El
día se daba por terminado. Se apagaba, lenta pero inexorablemente, y ella lo
estaba viendo con sus propios ojos, grandes y azulados, sin perderse el más
mínimo detalle, casi sin parpadear si quiera. Vio como una a una las farolas se
encendieron y alumbraron las calles. Vio como la gente volvía a sus casas, con
las compras del día, o el penúltimo cigarro casi acabado entre los dedos. Vio
cómo se despedían por hoy de sus seres queridos, quizás su novio, o un hermano,
se alegajaban meando la mano en un gesto absurdo pero sonriendo y desaparecían
tras el sonido de una puerta. Vio como
las nubes evaporaban, el sol se escondía y un manto negro cubría el cielo y
entonces volvió a sentirlo. Era un vacío inmenso, se sentía bacía en todos los
sentidos, pero sin ninguna razón aparente.
No sabía cuánto tiempo llevaba sentada en
aquel balcón, con los pies colgando en el abismo y con los calcetines azul
marino hasta las rodillas, pero había consumido todos los cigarros del paquete
de tabaco, y ella nunca había fumado. Al principio se lo llevó a los labios con
un gesto dudoso, tocó aquel material esponjoso y le pareció inocente. Su
primera bocanada le hizo toser, le dejó un sabor horrible, demasiado intenso.
Su segundo intento fue mejor, sabía que se estaba llenando los pulmones de humo
negro, pero no le importo. Al décimo
cigarro siguió odiando su sabor pero eso no le conllevo a dejarlo. Veía
desaparecer el humo espeso en el cielo y era como hipnotizante. Adicción era la
palabra correcta.
A
las diez de la noche, su habitación vibraba al ritmo de Birdy, con la música
demasiado alta quizás para la gente, pero a ella aun le parecía que sonaba bajo,
bajo para sus oídos, para su mente, para sus labios. Necesitaba escuchar esa
canción por encima de cualquier palabra que saliera de su boca. Porque
definitivamente, por muy bien que cantara ella, nadie igualaba la voz de esa
artista. Y es cierto que hubiera quedado de maravilla un toca discos de donde
fluyera la música, pero el hecho es que no tenía dinero para comprar uno, ni
ganas para horrar, así que simplemente dejaba que los altavoces de última
generación -con demasiados botones como para saber para que servía cada uno-
hicieran el trabajo. Un trabajo impecable. Aquella música le hacía temblar el
alma, le hacían sentir aquella voz
melodiosa y aguda tan cerca como si le estuvieran susurrando en la oreja. And you say that it's alright, and I know that it’s
a lie, from the black in your eyes. Decía y entonces
ella lloraba. Dejaba correr las lágrimas tintadas de negro -a causa del rímel
que llevaba puesto- por sus mejillas hasta precipitarse por el abismo que
formaba su mandíbula. Caían y se perdían así como ella lo estaba. Completamente
perdida.
En
un momento dado dejó de balancear los
pies. El eje de la tierra dejó de girar. Fue en ese momento cuando acabó la
canción y un profundo silenció envolvió la estancia. Un silencio que no debería
estar ahí, ella era de las personas que opinaban que una canción debía seguir
después de otra, sin pausa, sin algo que las diferenciara. Pero las pausas
siempre estaban ahí y entonces lo entendió. Vivía sumida en una absurda
monotonía. Su vida era una rutina constante, cada día era una rutina. Como un
disco que suena desde el principio hasta
la final, con sus correspondientes pausas, pero que su final no es el verdadero
final, porque luego vuelve a repetirse de nuevo. Era tan aburrido que le
entraban ganas de suicidarse. ¿Qué estaba haciendo con su vida? ¿Con su día a
día? ¿Dónde estaban las cosas que ella quería? Ella tenía que aguantar charlas
sobre las x y Alfonso II que no le importaban una mierda, únicamente porque no
tenía cosas lo bastante emocionantes como para divagar en las clases
aburridas. No había hecho nunca campana
porque no tenía un sitio secreto a donde ir, ni una persona que le acompañara,
ni siquiera un perro ni un gato. Nada. Había sentido el poder del amor una vez,
y había sido una experiencia espeluznante. Siempre había pensado que las 15
pecas contadas que tenía sobre los pómulos y parte de la nariz alejaba a los
chicos, y a las chicas también. La gente normal tiene pecas o no tiene.

intenso, hermoso
ResponderEliminarMirar el blog después de tanto tiempo y encontrarme con esto, sin esperar nada es genial! Gracias.
EliminarPrecioso!
ResponderEliminarpuedes pasarte por mi blog? http://blog-cosas-de-chicas.blogspot.com
Gracias por leerlo y comentar, de verdad. Enseguida me paso.
EliminarMe he topado con tu blog de pura casualidad y es realmente hermoso. Me encantaría que echases un vistazo al mío. Te sigo, rotundamente.
ResponderEliminarPor si acaso: http://elmiedodelmiedo.blogspot.com.es/
Abrazos abrazadísimos.
Muchas gracias a todas, la verdad es que hace mucho que no miraba el blog y no tenía pensado actualizar. Creí que no me leería nadie pero me habéis animado mucho con los comentarios!
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